Soy abolicionista, luego soy calumniadora, cruel, paternalista, manipuladora…

Texto original

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Pilar Aguilar Carrasco

Pikara ha publicado una carta abierta escrita por “Prostitutas indignadas y dirigida a las abolicionistas.

La carta es, de hecho, una acusación feroz contra quienes militamos por la abolición.

Algunas de las acusaciones que nos hacen dan casi risa: por ejemplo, se nos acusa de ser blancas (¿de dónde han sacado, primero el censo y, después, la foto de las abolicionistas, para saber de qué color somos?).

Se nos acusa de ser cultas (¡!). Y digo lo mismo: ¿han analizado nuestro currículo? ¿Ignoran que Cristina Garaizabal, alma mater de Hetaira, estudió psicología? ¿Cuál es el baremo por el que deciden que, por ejemplo, yo, abolicionista, soy más culta que Empar Pineda, regulacionista, si ambas estudiamos Filología?

Se nos acusa de negociar (se nos acusa a todas las abolicionistas, como si fuésemos un bloque) “con partidos responsables de las políticas de precariedad neoliberal, de la corrupción institucional y del modelo turístico que ha arrasado a Barcelona”. Se sobreentiende, pues, que ellas abogan por que a los “clientes”, además de fijar la cantidad de dinero y la manera en la que se las van a follar, se les exija una declaración jurada de fe anticapitalista y una copia del censo de la ciudad que certifique que viven en ella y no alientan ese modelo turístico.

Me conmueve que las autoras de la carta se opongan al neoliberalismo. Comparto esa posición ideológica pero yo lo hago extensivo a todo. Tampoco quiero que nuestro cuerpo sea objeto de compraventa. O sea, no apruebo el libre mercado con el cuerpo de las mujeres.

Se nos acusa de pactar “con quienes persiguieron a las mujeres que ejercen en la vía pública y regularon los locales de alterne dando vía libre a las ganancias de sus amigos empresarios de la industria del sexo”. Creo que las autoras de la carta no han entendido que abolición es ABOLICIÓN. Yo, por mi parte, confieso que no entiendo si lo que las “prostitutas indignadas” (que ¿quiénes son? su pág. web no me saca de dudas) propugnan es que se cierren los clubs y solo se pueda ejercer en la calle.

Otras acusaciones dan menos risa. Así, a mí no me da ninguna que nos acusen de ser violentas hacia ellas.

En la carta se dice textualmente: “A través de vuestros [los de las abolicionistas] constantes insultos, de vuestras calumnias, de vuestra violencia. Desde hace años, cargamos con vuestra rabia, en las últimas semanas con mayor fuerza e impunidad”.

Y sigue:

“Nos despreciáis llamándonos “carne”, nos acusáis de ser delincuentes, nos convertís en objetos en lugar de reconocernos como sujetos de derecho y reproducís estigma sobre todas las mujeres”.

O sea, soy yo quien las considera “carne”, no el tipo que por 20€ les mete sus genitales por donde quiera. Y, si la prostitución se legalizara ¿el estigma desaparecería? 14 años después de su legalización, no es lo que ha ocurrido en Alemania… Debe ser que los alemanes son raros.

En resumen, toda la carta es una acusación tras otra sobre supuestas barbaries y atropellos que les infligimos las abolicionistas. Y lo más sorprendente: lanzan tan gravísimas acusaciones sin aportar ninguna prueba. Sin decir: en tal publicación, en tal escrito, en tal declaración se lee textualmente tal o cual cosa (con cita literal, por favor).

Ya me parece excesivo que hagan de las abolicionistas un bloque monolítico pero, en cualquier caso, deberían señalar qué feminista reconocida como tal (no me vale su vecina ni el cura de su parroquia) las ha insultado y de qué forma.

Por ahora, lo que tenemos es simplemente un delirio agresivo sin prueba alguna, un ataque brutal contra nosotras, las feministas abolicionistas. Y eso que Pikara señala “Exprésate con libertad, pero con respeto”…

Y como ellas (vuelvo a preguntar ¿quiénes? ¿cuántas?) dicen que no entran en argumentos (aunque sí lo hacen, por supuesto) yo tampoco entro. Solo diré que no creo que la mayoría de las mujeres prostituidas sean vocacionales. No, no lo creo pero, en cualquier caso, no tengo nada en contra de ellas. No pido que se las sancione. Pido que se multe y sancione al que compre actos sexuales (por llamarlo de alguna manera).

Esto es como el tema del maltrato: las mujeres maltratadas viven (hasta que dejan de hacerlo) “voluntariamente” con su maltratador y yo no pido que se les prohíba, pido que a los maltratadores se les mande a la cárcel.

También es una muestra de mala fe que las autoras o autores del texto aseguren: “no tenemos cargos de poder ni amigas poderosas” (contrariamente, según parece, a las abolicionistas). Vaya, como si los partidarios de la prostitución no tuvieran poder (qué raro, entonces, que la prostitución esté floreciendo desde hace miles de años), y como si los puteros, dueños de burdeles y otros beneficiarios de un negocio que mueve miles de millones no fueran “amigos poderosos”…

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